miércoles, 22 de agosto de 2018

De instantes. II

En un tren infinito.

¿Cuándo llegaremos?
Ya lo verás.

(Luego de un rato)
¿Ya estamos aquí?
Siempre lo estamos.
Ahí digo, ahí.
Aún no.
¿Cómo es as allá?
Distinto a ahí.
¿Falta mucho?
Sí.
(silencio)

¿Cuándo llegaremos?
¿Cuándo te callarás?
Luego que me respondas.
Siempre lo hago.
No como yo quiero.
Ya llegamos.
(mira por la ventanilla) Me estás mintiendo.
Esa es la respuesta que querías, ¿no?
Sí.
No te miento, es la verdad que reconoces. Ya llegamos.
No te creo.

(Luego de un rato
Nunca llegarás.
¿Cómo dices?
Allá estaba ahí.
Y no me dijiste.
Te dije.
Me estabas mintiendo.
Ya ves que no.
Puedes estar mintiendo ahora.
Allá seguirá estando ahí.
Qué cruel eres.
Qué cruel el camino, la retirada, el arribo.
Hay arribo, entonces.
Para llegar hay que pasar la mitad del camino.
Y hemos llegado aún. Lo hemos de haber pasado.
No, imposible.
Pamplinas.
Iluso.
(silencio)
Para llegar a la mitad del camino hay que cruzar la mitad de ese trecho, y luego para llegar a la mitad de ese trecho, antes debes pasar la medianía de esa fracción de trecho que no has recorrido pues la mitad siempre está antes del entero.
¿Así que, para qué partimos?
No lo sé, mejor nunca hubiéramos salido.

El tren entra en túnel y se hace
Oscuro

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