sábado, 27 de abril de 2013

Devasté las almenas


Devasté las almenas, he tumbado las torres
desenganché las puertas…. detuve a los sicarios de la desconfianza
y a los mercenarios de la esperanza
prohibí las corazas y abdiqué de la soledad
soberana de la tristeza y la mesura y tengo
la fuerza para ser vulnerable
para echarme una vez más al foso
al que creí tapizado de flores y
al que sabía que antes del sitio de la desilusión
había arrojado toda mi dulzura
mi ánimo, mis dientes como diamantes sin pena
para recostarme en el fondo junto a ti
Pero tu miedo lo oscurece todo, y ni la tibia luz de mis ojos
que buscan la claridad de tu asombro y gozo
pueden disipar la bruma nívea que como engaño
me deslumbra
Sopla con tus besos y sonrisas esa niebla exenta de razón
entra a esta ciudad sin prisiones, ni cerrojos, sin las armas
desbalagadas del pasado
Toma el prado airoso que te corresponde, dentro de mi
no pases junto al umbral sin fincar tu hogar
en el palacio de la compasión
Ese cuchillo con el que me vez
que tomo tembloroso entre mis manos
como alarde de la cautela, es de alfeñique
no tienes porqué protegerte de mi,
es el último resquicio de mi propio miedo
puedes lamerlo con tus calidez
y darnos a beber el aguamiel de nuestra rendición mutua.

esa mota de desidia


especie de semilla
no como secreto
sino apelmazada
ausencia
insignificante basurita
mota del fondo del bolsillo
como si nada
la catapultas
ardid del fingimiento
cada filamento
cada puntada
es lino deleble
que escapa al recuerdo
que urde la pieza
hilo de sangre
hilo de baba
hilo de semen blanco
importuna al delirio
al menester deshilvanado
esa mota de desidia
ese inclemente desapego
esa necesaria libertad ajena
momento de piedra en el zapato
atormenta la vanidad
y rasguña el sueño