miércoles, 18 de marzo de 2015

Vehemencia

Soy vehemente
me doy cuenta
cuando me sorprendo
escoltando mi libertad
a la energúmena cárcel
del “quizás no”
—Hay más posibilidades de que suceda
Pero en púlpito
sobre mi propia cabeza
sobre mi propia cabeza
como kipá, como cruz…
 —Ohm
me apabullo
—¡Fuera como Prometeo!
Soy mi propio Odín
Y así
¿Qué importa si me detengo?
Más adelante no me moveré otra vez
¿Y qué tiene si no lo hago?
Si ha de suceder, sucederá
¿yo qué tengo que ver en eso?
soy el árbol que calló
al caer en el bosque
¿qué más da si había alguien ahí?
Soy omnisciente de todo lo que conozco
y ubicuo donde esté en todo momento que sea
Me río
—¡Ja, ja, ja!
La risa solitaria es la más ingrata
mientras que cuando me doblo a carcajadas con
mi desdicha
soy el fonámbulo taciturno
que zascandilea por los vericuetos de una nostalgia iracunda
que lisonjea trivialidades vociferantes en delirios, balbuceos y tropiezos
inmarcesibles
como el dolor
y la alegría de saber que al menos algo tenemos
algo es verdaderamente nuestro
íntimo
¿será la conciencia patética la medida del ser?
será mejor
el rocío como perla
lágrima de semen
sobre el terso bulbo arrebolado
arremolinado en la perfección del placer
el ósculo sagrado que
compenetra a este ente desbordado
vital
enhiesto y humillado
humilde y elevado
será el ser el placer
de la medida vehemencia.