Diálogo dramático en cuatro entregas por internet.
En un prado cubierto de flores aromáticas, Uno se reúne con Otro que espera junto a un árbol de manzanas.
I
Uno: Así que ha dejado de creer en el
amor…
Otro: ¡Ja, ja, ja! El amor no es algo en
el que se pueda creer o no. Ahí está en todo de todos modos.
Uno: ¿Entonces?
Otro: Me parece que es el amor quién ha
dejado de creer en mí.
Uno: Pero aquí está usted, buen hombre.
Otro: Si, aquí estoy yo. Y está usted.
Abandonados al amor, pero sin relación entre nosotros.
Uno: Podríamos intentarlo.
Otro: ¿Y dejar cabida a todo lo que no es
el amor? No, gracias, prefiero mantener mi relación con el amor en sí.
Uno: Y cómo es eso, si dice que el amor
ha dejado de creer en usted…
Otro: Pues es lo mismo, aunque deje de
creer en mí, no quiere decir que no lo vea, no lo sienta…o que yo no exista. Se
ha aburrido de mí el amor y eso me inspira para buscarlo.
Uno: Pero dice que está en todo de todos
modos.
Otro: Justamente mi delirio.
Uno: Y no lo ve en mí…
Otro: Sí. Sí ahí está. Mientras respira,
en sus alveolos y en el aire que yo también respiro. En sus ojos, cómo entra la
luz a sus ojos y usted mira.
Uno: No le entiendo.
Otro: Mire que yo tampoco.
II
Uno: Entonces, podríamos buscar
entenderlo juntos…
Otro: ¿Cómo?...¿Usted se ha enamorado?
Uno: ¡Por supuesto! Me ha caído como un
plomo, me ha golpeado como un batazo, me ha dolido como una estocada.
Otro: ¿Y quiere que yo le pese como
plomo, lo aporreé como pelota y lo lastime como una estaca?
Uno: Podría asentarme como el plomo de un
albañil, impulsarme por los aires como la pelota con el bate y marcarme como la
estaca marca un camino…
Otro: Una cerca. No se engañe. Todo eso
suena muy bien, pero es hacer de la necesidad virtud.
Uno: Me parece que usted no ha amado, de
verdad.
Otro: ¿Amar de verdad es acaso perder la
voluntad? ¿Es procurarse golpes para darse cuenta que está vivo? ¿es cruzarse
el pecho y desangrar por marcar una sola posibilidad? No, señor mío. Esas son
cosas que hacemos con el amor como pretexto...cuando ya no está.
Uno: ¿Para qué quiere el amor si no es
con alguien?
Otro: Yo no he dicho que no quiera.
Uno: ¿Por qué no intentarlo?
Otro: Porque usted quiere usar el amor
para tener una relación conmigo, o con quien sea. Y al amor no se le usa. Si se
le trata de amoldar, éste se retorcerá y buscará el modo de escaparse, de no
tener forma. No lo puede poseer, tampoco lo puede dar, por lo mismo. Uno tiene
que ser inmenso. Y yo soy muy pequeño,… aun creo…
III
Uno: Cómo yo lo veo, estamos aquí los dos
y tenemos dos opciones. Podemos amarnos u odiarnos.
Otro: No creo que el amor sea contrario
al odio. No creo siquiera que se excluyan.
Uno: ¿Cómo puede amar lo que odia?
Otro: Cómo puede amar lo que odia… ¡y de
qué manera! Sólo cuando el amor no está, cuando se escapa y deja esas escamas
en la piel y, en el páramo del pecho crecen ortigas, entonces si que no hay
nada.
Uno: Así que ahora cultivará el desdén,
el rencor, la tristeza—
Otro: ¿El rencor, la tristeza? Yo sólo le
digo que mantendré mi relación con el amor en sí. Con el sustantivo.
Uno: Morirá.
Otro: Tengo miedo.
Uno: Ese es justo el problema.
Otro: El problema es usted que ha venido
a hacer quien sabe qué o por qué.
Uno: Le propongo algo muy claro y
sencillo. Amémonos.
Otro: Usted quiere un intercambio.
Uno: Amar. No amor. Eso es una idea.
Usted mismo lo entiende así. Quizá sí, el amor ya se aburrió de usted. Quizás
porque no ha amado. Quizás porque en el intento ha confundido, usted, algunas
cosas. Se ha confundido usted con el otro, se ha vertido en él, quizás se ha
encharcado, quizá profundizado, pero cuando el recipiente quiere llenarse de
otra sustancia, entonces se tiene que vaciar y; si lo que hay ahí dentro de ese
otro ser es usted, entonces yace su sustancia ahí ausente…el amor no es
sacrificio. ¿Va a sacrificar su felicidad por no enamorarse de mí, de quien
sea? Por qué, porque si, en vez, se relaciona con una idea cree que no lo puede
herir
Otro: Se equivoca, amigo. Me duele. Me ha
dolido desde siempre. Desde esa primera vez en la que me confundí, como dice.
Parecería un parásito.
Uno: ¿Lo ve? Ámeme.
Otro: No se puede exigir.
Uno: Ámeme.
Otro: No.
Uno: Es usted un egoísta y un
irresponsable.
Otro: Además quiere insultarme.
Uno: ¿Lo insulta? ¿No le parece mayor
insulto negarse a amarme?
Otro: ¿Cómo le puedo amar si no le
conozco?
Uno: Ya veo. Cada vez me parece que tiene
más razón. Se me hace cada vez más pequeño. Pero no le tengo lástima. Le entiendo.
Otro: ¿Por qué quiere atormentarme?
Uno: ¿Usted como cree que es el amor?
Otro: Creo que ya se lo he dicho…
Uno: No, no, me ha dicho como es el amor
cuando no está. ¿Ha visto usted al amor, o lo imagina...? ¿Lo conoce?
Otro: …no…
Uno: ¿Cómo sabe entonces que está frente
al amor?
IV
Otro: Me dirá que estoy frente al amor.
Uno: ¿Lo está? ¿No hace un momento dijo
que veía el amor en mí?
Otro: ¿Qué quiere hacer de mí?
Uno: No de usted sino con usted.
Otro: ¿Qué quiere conmigo?
Uno: Ahí va usted de nuevo. Yo no quiero
hacerle nada, acaso el amor. Pero no se abandone. Qué podría querer de usted si
no está usted aquí.
Otro: Seremos uno…
Uno: Uno siempre es uno.
Otro: ¿Y yo?
Uno: También.
Otro: ¿No soy otro para usted?
Uno: Y yo para usted.
Otro: ¿Para mí? No, dejémoslo ahí. Si usted
me diera, yo tendría que dar de igual forma…y no tengo qué dar. Por eso he
venido aquí.
Uno: Usted no sólo tendría que dar, sino
recibir también.
Otro: Al recibir tendría que soltar y me
extraviaría.
Uno: No si se mira en mí.
Otro: ¿Y qué vería ahí?
Uno: El amor.
Otro: ¿Y si se fuera?
Uno: Sería usted uno de cualquier manera.
Otro: ¿Ve? Quiere abandonarme.
Uno: Me iré de cualquier forma.
Otro: ¿Así que para qué amarle?
Uno: ¿Me odiaría por eso?
Otro: No, por abandonarme, no, sino por
amarme. ¿Me ama ahora?
Uno: Sí.
Otro: ¿Por qué no lo amo yo?
Uno: ¡Pero no ve que yo no sería nada sin
usted, y usted sin mí!
Otro: ¿No dijo que somos uno?
Uno: Siempre.
Otro: Entonces, no le entiendo.
Uno: ¿Por qué se pierde en el otro,
cuando uno es uno? Sí somos dos ahora, pero nadie deja de ser uno. Si en cambio
me voy, o se va, no estaremos juntos pero seremos uno cada uno. Le digo que nos
amemos.
Otro: ¿Y cómo hacemos eso? Es usted
cruel, y un idealista.
Uno: ¿Me dirá cómo es el amor?
Otro: El amor es un encuentro, es el
divagar del ego en la conciencia del todo y disolverse en ello. Es iluminar la
oscuridad con un beso, es permitir, dejarse ir…es inspirar la exhalación de las
flores, y exhalar, cuando se aleja el ser amado, el aroma de los nardos, mirtos, y rosas; es
tierno ímpetu nocturno, y sereno amanecer con esperanzas en el cielo.
Uno: Lo que describe es fantasía.
Otro: Pero si entre mis brazos he tenido
al ser amado, le he tendido la mano y me he alegrado. He mojado mis labios en
el elixir de un corazón que se vierte, me he hecho a un lado, he extrañado, me
he embriagado de su aroma, galopado la noche y esperado el amanecer juntos como tributo al
sol.
Uno: ¿Todo eso ha hecho con el amor?
Ahora entiendo por que le han abandonado. Conocí al amor en persona. Tiene un
aspecto desagradable, con cara de circunstancia y el rostro desfigurado. Es
lento y pesado, con los ojos tan oscuros como la ignorancia y tan profundos y espeluznantes
como todo el saber. Solo le quedan dos dientes: los colmillos. Su facha en
general es la de un vagabundo hediondo, su piel achicharrada y con largos
cabellos plateados que nacen por detrás de sus orejas, una carcomida y entumida
y la otra puntiaguda y asimétrica.
Los párpados son como las nalgas de un
anciano y ¡ah, su nariz! Su nariz, se abulta en granos y verrugas que supuran
un néctar amarillento y rancio. Las encías le sangran y los labios son tan
duros como las costras que lo conforman. Parecía como si por debajo de su
hombro le fuera a salir otra cabeza…de hecho se movía su joroba como si algo
quisiera salir huyendo por dentro de él. Los pies embrutecidos; de los dedos pegados, nacía una sola uña
mortífera como un cáncer exorbitante. Uno de sus brazos es largo pero demasiado
pesado y fuerte como para poderlo levantar, y el otro es corto y espiritiflautico,
la pata de una mosca, no le alcanza siquiera para limpiarse la nariz. Es torpe, sordo y mudo. Con un miembro
descomunal, flácido y con un cayo por glande.
Otro: Y dice que lo mío es fantasía.
Uno: Le conocí, de verdad.
Otro: ¿Cómo pudo amar a semejante adefesio?
Uno: Yo veía en él todo lo que dice
usted.
Otro: Y en el momento que con su garra le
lastimó, entonces vio usted como era en verdad y huyó, como lo que fuera que
quería escapar de esa joroba que dice.
Uno: No fue así, yo siempre supe como era.
Con cada metáfora que hacía yo, con cada recuerdo, con cada idea que cada uno
tiene de él, él se va deformando.
Otro: Me está tomando el pelo.
Uno: Usted no conoce el amor. Él nunca
pudo haberlo abandonado.
Otro: Lo ha hecho tantas veces.
Uno: Claro que le estoy tomando el pelo. ¿En
verdad cree que sea así el amor?
Otro: Lo ha descrito tan nítidamente…
Uno: ¡Pero es para que se de cuenta de
que no es una cosa lo que quiere usted, y justamente como no es una cosa es que
no se puede tener como se tiene una
manzana en la boca, el aroma de las flores en las narices o un seno virgen en
la mano! El amor no es, se hace.
Otro: ¿Qué hacer?
Uno: Amémonos.
Otro: ¿Ahora?
Uno: En este instante.
Otro: ¿Le beso?
Uno: Si usted quiere…
Otro: ¿Me besa usted a mí?
Uno: Por supuesto.
Otro: Nunca me habían besado así.
Uno: Míreme.
Otro: Sí
Uno: ¿Ve lo que antes vio en mí?
Otro: Amor…
Uno: ¿Es usted feliz?
Otro: Béseme de nuevo.
Uno: Sí.
Otro: …Soy feliz.
Uno: Bien, me voy. Te amo.
(Uno sale por un lado. Otro queda solo en
el escenario y exhala el aroma de mirtos, narcisos y rosas mientras ve como se
aleja Uno. Entonces entra por el fondo El Amor. Se detiene frente a Otro. Se
miran. Los dos lloran.)
Oscuro.
FIN.