La máscara nos arranca el rostro
desbordándonos en cataratas
de cascadas centellantes,
nuestra fas acaudalada
se desploma
desbocando la gesticulación
que descobija ajenas intimidades
presume, muestra, modela
la angustiosa decrepitud de la humanidad
ociosa, sanguinolenta, boba y sosa…
La máscara decapita el cuerpo
llano escenario que representa una posibilidad.
La máscara atestigua la transformación.
La máscara se encarna magra.
La máscara es la huella de la alegría y el horror.