Hacer la cama
le decimos así
al tender la cama,
y me parece un himno a la entropía
homenaje
al tiempo perdido;
siendo rigurosos
en la conservación
del desperdicio,
solo para volver
desgastados,
transformados por el anverso
y no el verso
que se tiende en las páginas del lecho,
fingiendo todo el tiempo
que no ha pasado,
vertimos en la indigencia
la apatía por deshacer la cama
como la arrogancia de deshacer el tiempo
cuando las sábanas se enredan en los sueños
y los cobertores cobijan
la vida que inevitablemente quedará tendida
como la cama
sin volverse a hacer.