lunes, 8 de diciembre de 2014

Poema que llora

para que sean del color que deben ser
las lágrimas se escriben
la tinta abre yagas en la piel blanca
cerrojos
cada una de las letras
donde penetran abismos
universos y antimateria
Mientras más escriba
más lágrimas han caído
y pienso que debería ser
el tipo más ancho
y una cifra exótica los puntos
Me da por escurrir sobre este pañuelo
y me sueno el alma
simplemente porque lloro
y lloro por tristeza
y estoy triste por todo
y todo me hace llorar
y escribo
incrusto pequeñísimas virutas
granos de aserrín preciados
del grabado de mi lamentación insólita
violo la blanquecina pureza
del resplandor
hoja de papel efímero
el espejo de la bruja que muestra otros mundos
construyendo un mundo en su interior evanecente
cuan parecido a un noviazgo que se pierde
Otra vez que merodees
estas rendijas deslavadas por los ojos
volveré a desatar las mínimas vorágines
que escapan cada que
la melancolía del desamor
desborda el tintero con sus negras y pesadas lágrimas.  


martes, 11 de noviembre de 2014

Los que escuchamos.

Pasó uno y las algarabías de campaña
la feria multicolor
la hipocresía carnavalesca
se perfumó del más podrido olor a
reclamo e injusticia
pero nadie se movió cuando
mataron a esos
desaparecieron a los otros
callaron a estos
y hubimos los que solo escuchamos
y dejamos pasar

Pasó otro y otro más
un payaso incólume
y un borracho pedante y socarrón
un alto megalómano gandaya
y un chaparro acomplejado brabucón
El primero, la paz de las enfermedades sacudió
y el otro alimentó la enfermedad, no al enfermo
Ya no hubo paz, ni enfermos
solo enfermedad.

Y nadie se movió
ni después de haber probado la sangre
que gotea de los techos
ni el fétido olor a muerte
que mana de la sopa ardiente
o la pútrida escoria que se acumula en la periferia de los ojos;
hubimos los que nos tapamos las narices
y escuchamos
quizás hablamos
calladito
no vaya ser el diablo

Enervados, desnutridos, golpeados
amantes de nuestro captor
enamorados del idilio de la estupidez
la banalidad y la cínica vejación de todo principio humano
encaramamos a un príncipe endeble
de papel demasiadas veces reciclado
empapado de una brea color rubí.
Y ahí está ahora, moviendo
todo el estiércol que sus fabricantes
han producido
toda la porquería y la nociva selección
de todos los males del mundo
envueltos en una angelical caja de pandora
que se retuerce por el asco de su contenido.

Y ahora cuando la mierda está muy alta
cuando ha invadido nuestros oídos,
manchado nuestra visión,
y ahogado nuestras palabras;
ahora queremos salir del fango
cuando ya no hay alaridos de perdición y angustia inminente
ya no hay quien se queje, ni quien haga por ti:
Cuando ya no hay qué escuchar
habríamos de actuar.


lunes, 10 de noviembre de 2014

No estás sólo. (Lemniscate 1)



Personajes:
Uno
Otro

En un lugar determinado por los actores cada vez que lo repitan. Uno intenta sacar algo de algo más. (Entiéndase como se entienda y juéguese con todas las posibilidades quizás  hasta llegar al transe en esta banda de Moebius )


Uno: Necesito ayuda.
Otro: ¿Con qué?
Uno: No puedo sacar esto de aquí.
Otro: A ver. Quizá yo pueda ayudar.
Uno: ¿Qué hará?
Otro: No lo sé.
Uno: ¿Necesita ayuda?
Otro: Me parece que sí.
Uno: ¿Cuál es el problema?
Otro: Como podrá ver, no entiendo a qué se refiere usted con sacar ‘esto’ de ‘aquí’.
Uno: ¿Qué, no lo ve?
Otro: Me temo que no.
Uno: Necesita ayuda.
Otro: Los dos.
Uno: En efecto, ¿cómo le explico lo que yo mismo no entiendo? No me puede ayudar.
Otro: Y veo que usted a mí tampoco.
Uno: Tanto lo siento.
Otro: Seguiré mi camino.
Uno: Yo también.
Otro: No puede.
Uno: ¿cómo? Claro que puedo.
Otro: Disculpe, pensé que quería andar mi camino.
Uno: Así es.
Otro: ¿Qué?
Uno: Seguiré su camino.
Otro: Pero es mío.
Uno: ¿Puede un camino pertenecerle a  alguien?
Otro: Por supuesto. ¿Qué clase de pregunta es esa? Y cuánto más si se trata de un camino en el sentido metafórico.
Uno: Cualquier camino es una metáfora.
Otro: Usted es un listo.
Uno: Gracias.
Otro: Quiero decir pillo.
Uno: Primero me halaga y luego me calumnia.
Otro: Con permiso.
Uno: Creí que seguiría su camino.
Otro: Me encamino a ello.
Uno: ¿Y cómo sabe que alguien no ha andado ese camino ya? Alguien quizá lo recorre ahora mismo y le lleva ventaja, y otros miles pueden estar detrás de usted.
Otro: Le ofrecí mi ayuda, y ahora me tortura.
Uno: Le pregunto, solamente. Nuestros caminos se han cruzado.
Otro: Bien, le contestaré, lo mejor que pueda, pero usted debe prometerme que me responderá también.
Uno: Trato hecho… ¿estrechamos las manos?
Otro: Es lo tradicional.
Uno: Bien. Aquí está mi mano.
Otro: Aquí la mía. Entonces…
Uno: Ah sí. ¿Qué le iba a preguntar?
Otro: Cómo sabía yo que alguien más no habría ya caminado o camina mi camino.
Uno: ¿Y por qué habría yo de preguntar semejante estupidez?
Otro: Bueno, en realidad no es tan estúpida la pregunta.
Uno: ¿La iba a responder?
Otro: Me puso a pensar.
Uno: En qué
Otro: En que no tengo por qué seguir un camino como tal y mucho menos tengo por qué o para que proclamarlo mío.
Uno: Los reyes, comerciantes, mercenarios, ellos controlaron, o controlan los caminos.
Otro: ¡Pero usted mismo lo dijo!
Uno: Claro, lo acabo de decir.
Otro: No.
Uno: Por supuesto y lo puedo repetir, mire: Los reyes…
Otro: Lo contrario.
Uno: ¿Los plebeyos? No, ellos para nada controla—
Otro: Dijo lo contrario, momentos antes. ¿Perdió la memoria?
Uno: No se pierde, se olvida.
Otro: Me refiero a que si se ha vuelto loco.
Uno: No; podría haberlo estado ya; si uno se vuelve loco, estándolo, entonces uno se volvería normal. Así, que…
Otro: ¿Quizás yo?
Uno: Yo lo veo muy normal.
Otro: Entonces, es cierto.
Uno: ¿Cómo?
Otro: Pues que si un loco me ve normal… Loco sería normal, y normal loco…
Uno: ¿Cómo saber, no es cierto?
Otro: ¿Lo ve?
Uno: ¡¿Qué?!
Otro: Me quiere torturar. ¿Me quiere volver loco?
Uno: Creo que ha perdido el camino. Lo siento. Yo lo iba a seguir. Pero ahora creo que prefiero marcharme  y seguir mi propio camino.
Otro: Pero…
Uno: Lo siento ha perdido certeza.
Otro: ¡Pero no me va a dejar aquí!
Uno: Márchese también, no tiene por qué quedarse.
Otro: ¿No tenía usted un problema? No quería usted sacar esto de aquí.
Uno: Ya no lo veo.
Otro: Yo sí.
Uno. Entonces, ¿qué espera? Dijo que podría ayudarme.
Otro: Necesito ayuda.
Uno: ¿Con qué?
Otro: No puedo sacar esto de aquí
Uno: A ver. Quizá yo pueda ayudar.
Otro: ¿Qué hará?
Uno: No lo sé.
Otro: ¿Necesita ayuda?
Uno: Me parece que sí…
Otro: ¿Cuál es el problema?
Uno: Como podrá ver, no entiendo a qué se refiere usted con sacar ‘esto’ de ‘aquí’.
Otro: ¿Qué, no lo ve?
Uno: Me temo que no.
Otro: Necesita ayuda.
Uno: Los dos.

[ad infinitum…]


México DF. 10 noviembre 2014.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Salmo dionisiaco


El teatro es mi pastor
nada me falta

En negras tablas me hace actuar,
a las escenas dramáticas me conduce,
me da nuevas fuerzas
y me lleva por caminos vistosos
haciendo honor a su nombre.

Aunque actúe bajo la más oscura iluminación,
no temeré crítico alguno
porque tú, Teatro, estás conmigo;
tus varas y tu telón me inspiran confianza.

Me has preparado un espectáculo
ante los ojos de mi público;
has vestido de plumas mi cabeza
y llenado la sala a reventar.

Tu llanto y tu risa me acompañan
a lo largo de mis días,

y en tu escenario, oh Teatro, por siempre viviré.

jueves, 30 de octubre de 2014

Fanáticos del miedo

El delincuente se confiesa…
la merma, el despojo
y la muerte se asoman
buscan la risa del desenfado
de la inclemente inconciencia
del olvido miedoso
y renuente a la justicia plena.

El universo no juzga
la energía no inventa
el amor no existe
y el odio es la sombra debajo de las hojas.

Solos, desamparados, vacíos
hemos erigido la moral como alma de la vida
discernimos y asociamos
lloramos y comemos
todo nos duele, porque todo lastimamos.

Queremos venganza, y la pálida excusa del bien
Queremos Estado e izamos a monarcas saltimbanquis
deseosos de invectivas del poder
para poder sentir deseos de grandeza
y caer brutalmente sobre los cadáveres de nuestros abuelos.

Blandimos la bandera de la paz atada a un sable
y apreciamos el desfile pusilánime
de las alegrías comerciales
la pasarela de los valores tenebrosos
que apilan desahucios y conformidades.

El arrepentimiento, la confesión
el perdón, la transigencia
salpican una y otra mejilla de excremento
y lamemos pasivos y aburridos
el bolo, hijo de la mentira que ahogó nuestros cimientos.

“Ya vendrá a juzgar vivos y muertos?”
El apocalipsis lo dosificamos en episodios
reinventamos el fin con parsimoniosa crueldad
y huimos de la vida, fanáticos del miedo.