Tierra tan femenina
somos todos
tierra fértil
Sopor de la
existencia
ser hombre
un molote soplado
un aliento
emparedado
en vida anidada al
lodazal y
húmeda existencia
desolada
brutalmente
abandonada
llano suplicio
indolente
a perpetuidad
renuente
Isomorfía de la
distinción
ser hombre como
tierra
femenina
la que encubre
y guarda el secreto
femenina la que más
tiene para dar
femenina la fálica
figura
masculina la
fragilidad
liviana y pasajera
desapegada y
violenta
las emociones que
alientan al macho
son pirujas que
aletean en la entraña
arrastrando los
sensatos desvaríos de la naturaleza
Barro consciente
limitado por su lengua
atosigado por el
pensamiento
la maleable mujer
transforma la
floración fulgurante
centellas incesantes
indómitas
y tercas de la
inherente obstinación
de la diferencia
la escisión
dinámica de las fuerzas
Todos somos rameras
del sol
vehículos del rayo
inclemente del astro
que nutre y cobija
en su cálido seno
la decadencia, la
sequía y la noche
que en sus mendrugos
sobre la charola de plata
nos devora como el
sultán pizca el último dátil y se lo lleva a la boca.