¿Eres tú varado en mi omóplato?
o tú, la traición misma que empeñaste
como pretexto de inclemencia
Eres acaso la rabia y la desidia
de expiar la desesperación disfrazada de venganza
o el sollozo inútil lánguido y doloso
Es la pena de otra alma que anidó
en las entrañas de mi dolor
del desafío al incansable amor que en vano brindé
Vano el cosquilleo intermitente y persistente
que me llama como alguien que
me llama como algo
que me llama
como llama que me quema
como inconciencia manifiesta
irradia inquisiciones henchidas de pasado y de miedo
Eres el fantasma de lo que no he tenido
de lo que he perdido y
no he sabido porqué
de la sencillez de la vida que me pincha el hombro
volteo y se esconde
Eres la guía que golpea el mentón con su basto
Inequívocamente un dilema sin hebra
una repetición ínfima y costosa del recelo humano
un daguerotipo degradado del rencor y el juicio
la impresión cósmica de la angustia revelada en la minucia de mi síntoma
ahí el misterio del soma
que en tanto lo ignoro sucumbe al olvido
así que recuerdo y entierro la pala:
la noche de los muertos vivos.
¿Qué eres, malestar del demonio, que te instalas en mi hombro
Por qué haces que le hable a la sensación y al sentimiento
por qué ignota magia transformas un momento
en reflexión
nunca un diálogo
como si mis lágrimas no tuvieran remitente
podría calcular los kilo Jules invertidos
el peso de una puerta abierta
la latitud de un abrazo que sostenga
sí, una mano que sostener con fuerza.
Traigo un bicho merodeando
el omóplato derecho
son los versos, estos, de un duelo por la angustia
por el deseo infatigable
la añoranza desmedida y la templanza, recesiva
recibo las palmadas en el hombro
por ese en mí que ya se ha ido
llegan las condolencias de mi cuerpo
por la falta que ya no tengo.
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