sábado, 3 de julio de 2010

Falta

¿Eres tú varado en mi omóplato?

o tú, la traición misma que empeñaste

como pretexto de inclemencia

Eres acaso la rabia y la desidia

de expiar la desesperación disfrazada de venganza

o el sollozo inútil lánguido y doloso

Es la pena de otra alma que anidó

en las entrañas de mi dolor

del desafío al incansable amor que en vano brindé

Vano el cosquilleo intermitente y persistente

que me llama como alguien que

me llama como algo

que me llama

como llama que me quema

como inconciencia manifiesta

irradia inquisiciones henchidas de pasado y de miedo

Eres el fantasma de lo que no he tenido

de lo que he perdido y

no he sabido porqué

de la sencillez de la vida que me pincha el hombro

volteo y se esconde

Eres la guía que golpea el mentón con su basto

Inequívocamente un dilema sin hebra

una repetición ínfima y costosa del recelo humano

un daguerotipo degradado del rencor y el juicio

la impresión cósmica de la angustia revelada en la minucia de mi síntoma

ahí el misterio del soma

que en tanto lo ignoro sucumbe al olvido

así que recuerdo y entierro la pala:

la noche de los muertos vivos.

¿Qué eres, malestar del demonio, que te instalas en mi hombro

Por qué haces que le hable a la sensación y al sentimiento

por qué ignota magia transformas un momento

en reflexión

nunca un diálogo

como si mis lágrimas no tuvieran remitente

podría calcular los kilo Jules invertidos

el peso de una puerta abierta

la latitud de un abrazo que sostenga

sí, una mano que sostener con fuerza.

Traigo un bicho merodeando

el omóplato derecho

son los versos, estos, de un duelo por la angustia

por el deseo infatigable

la añoranza desmedida y la templanza, recesiva

recibo las palmadas en el hombro

por ese en mí que ya se ha ido

llegan las condolencias de mi cuerpo

por la falta que ya no tengo.

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