viernes, 4 de junio de 2010

Sabré construir un jardín

has virado de la nada

ésta te ha sido otorgada

de ahí se atisba todo

la garganta extática

la cueva vacía

los ojos cerrados

y la percepción adusta

Aún resuena la indolencia e impertinente

la sombra antigua y somnolienta

inventando eternos de cascajo cuerpo

divulga su insistencia

y permea su cáustica

revolución.

Pero el silencio es visir de este incendio

y la traición es una migaja , el miedo un retruécano perdido

y el desapego el desarraigo incoloro

Entonces eres otro.

¿De dónde asirte,

sobre qué anclarse

¿anclarse?

La acostumbrada base se

disuelve en la inocua solución del “no me afecta”

Cuán deleznable el recuerdo

cuán vago el sentimiento

aunque persiste la memoria

cuán volátil la permanencia.

Recobra su soledad el corazón

recobra su astucia la mente

recobra su vigor el cuerpo

su amargura el abandono

y su dulzura la esperanza

En esa oscuridad devastada,

en ese rincón luminoso que se expande

la tristeza está de luto

y la alegría jubilosa pide a gritos su razón

Qué pobre el día en que se ve todo

qué poco emocionante saberlo todo

qué travesura cósmica nos determina

qué demencia intacta nos sublima

Entiendes que no eres lo que eras

que serás efecto de tu causa

y causa de la acción que no culminas

Serás la culminación de tu pasado

si el pasado no se zurce aquí y ahora

serás la puntada incólume

cortando la hilacha confundida

y el tejido de tu destino ineludible

será la seda de los santos.

Caída sin alas, sin ancla, sin caída

¿Sabré construir un jardín y no una torre?

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