Existe el espacio entrópico
donde asimilo quizás,
luego de varios ciclos,
unas cuantas quánticas vueltas
minúsculas e inmaculadas
inversiones parecidas al sacrificio,
íntimas peripecias alegres y desconsoladas
reacciones y iones
que por fin
como desenlace
entiendo
Es un espacio que no hayo fácilmente
es un recoveco de mí que aparta todo
no es una mazmorra donde el olvido
festeja la indolencia de un pasado
acaso un agujero indómito clarividente
Ese secreto lugar oculta
el resguardo de mi anhelo,
en él mismo acecha la contundencia
lo inevitable, lo que pasa
así como se sucede
pues lo que es
no puedes
ver como es
anclamos láminas de existencia
como alfombras voladoras
a la ignorancia
lo que es
es inasible
invisible
impalpable
inaudito
impasible
inagotable
y en este rincón
tomo lo invisible
veo lo impalpable
toco lo inaudito
escucho lo impasible
siento lo inagotable
me agoto
y crezco
luego de empequeñecerme
de aniquilar la furia inclemente
de castigar mi rabioso deseo
y soslayar mi plácida tristeza
de callar mi avasallante declaración constante
de procurar la distancia sutil del autoengaño
de consolidar un anhelo en la sustancia efímera del empeño
Hayo el hoyo ecuménico
ahí puedo ser diminuto y no sentir miedo
bufo y balo, grazno y ladro, rujo
y me enciendo imaginando
auscultando imágenes palpables,
lúbricamente mi deseo, mi paz en la añoranza
confunde ahí la fe con la nostalgia
pero deletreo cada gota de mi cara
siendo una plegaria sucinta enclaustrada en agua
Cuántas cosas han sucedido
y desfilado por este hueco entre
la persistencia y la rendición
el ahínco disciplinado consagrado al entendimiento
y
la voluntad apaciguada ofrecida al saber
Cuán enteros e inimaginables éramos juntos
quizás inimaginables seamos
pero ya no estamos enteros.
¡Aún en este lugar te encuentro!
Maldita sea mi suerte si lejos
de mi interior se mantenga
tu alma en ese lugar
por siempre
omnipresente
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