Y si yo tuviera las alas con las que emigras de mí,
si míos fueran esos aleteos que al piso empanizan
cada que partes en diminutas distancias físicas
en abismos solipsistas de una relación varada
De haber sido yo el que despegara
sin rumbo
habría enfurecido al calce del cielo lejos
si no encontrase nido o percha
Habría, por supuesto, olvidado que no tengo alas
que no vuelo
Me habría lanzado sin más al abismo
al diluvio, a su caída, a la torrente luciendo como islote
fungiendo como madero en la tempestad, mi ilusión
dulce apapacho de la conciencia volátil y desapegada
a las raíces ignora tan sólo la cresta, la copa, la cúspide
acaricia como se hiende ligera la mirada que pasa
y se va.
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