perdóname
dame la gracia y entiende
mi desazón ansiaba una respuesta que
mi ego sucumbía
bajo su corona destronada
mi seguridad palidecía
mientras tu decisión me consumía
Perdona la sordera inocente e implorante
tu alma pidiendo paz,
no veía
soledad
es acaso mi cálida aceptación de tu invierno
y mi cobijo la ecuánime mirada que en voz baja
colma las almenas
vigía y callado amigo que espera tu victoria.
Dame la gracia
sonríe de vuelta cuando por sobre el hombro
mires este paraje donde hiciste escala
cuando llegaste como la luz que irrumpe en febrero
erigiendo primaveras
derribadas por un soplo veraniego
El otoño se encumbró en la hojarasca de los hombros
la pérdida me urgía desesperadamente que
instara a la conquista
la patrulla de mi anhelo buscando tus pasos
o la simple brisa de la huida, la estela memoriosa.
Perdóname, mantendré silencio
desvaneceré los besos increpantes
liberaré las manos, dejaré que de tu imagen
se resbalen mis penas
doy un paso atrás
hago una pequeña reverencia
difuminándose el retrato obstinado
me despido, te agradezco
en un nuevo febrero, lluvioso, incontenible
he acampado solo bajo las almenas
en una llanura de esperanza extensa
esperando noticia de ti
que otros prados has tocado
y en ellos años tornes, formes, y cultives
la sedentaria ironía de la paz.
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