viernes, 27 de marzo de 2020

Muerte vitalicia

Quiero contagiarme del riesgo
y contraer la atracción infecta

Quiero que me toque el escalofrío
que me detenga la nausea
y me paralice el mal
viviendo una muerte prescrita 
deseo la inoculación de la belleza
padeciendo la tortura de la esperanza
palideciendo como cordero en el regazo 
eterno

Recetando la enfermedad y su posología
procuro la locura atípica de mi condición
lepra 
emotiva, libido séptico, neurosis lúcida muerte vitalicia muerte lúbrica

Quiero el tratamiento que asfixia la cordura
tomando las píldoras de la obediencia
inyectándome la insana cura política
que degusta la inanición de la libertad
y el privilegio en solución salina 
intravenosa
quiero la decadencia progresista
hospitalizando a la conciencia e
infundiendo un coma ético
intervenido por los fehacientes fármacos nocivos de la fe
en la crueldad marcial de los médicos 
y su tiránica consulta 
que ritualiza el paroxismo científico 
operando como lágrimas de moisés 

Quiero internarme en la apoplejía 
del salubre pánico que hace metástasis 
por gracia de la sanción
y el escarnio social
En la alcurnia prepotente de la norma
deseo fútilmente la encarnación de la razón 
y el pestilente diagnóstico del individuo terminal
que presume su responsabilidad virtual 
en las redes de presunción moral

Mi anhelo es pues, la resistencia que negocia
no para extender la existencia,
esa afección doliente y gozo malavenido, 
esa rotunda interrupción de la nada 
que argumenta patéticamente la tozudez de la improbabilidad, 
sino para que la dolencia prevalezca 
afirmando mi breve, efímero y condicionado instante
en la supra-pandemia terrestre
que verifica mi paz, previene mi elección 
y designa mi nulo pensamiento
mi dogma
mi daga
mi dejo de humanidad.

Estoy infestado de globalidad con gota, una micosis estructural
sintomática de la cancerígena obcecación infra neuronal
localizada en la credulidad 
corroída a palos por ese deseo a desarrollar 
el síndrome insuficiente de afecciones,
propagándolo como la sífilis, la gonorrea o el estetoscopio bubónico
santificando el sacrificio 
sacralizado en nombre del imperio de la sanidad
la lúdica mofa ante la innegable irrealidad
que expone al fin
a todo organismo vivo que no vivió
su inconmensurable vanidad. 



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