domingo, 20 de abril de 2014

El amor de uno y otro


Diálogo dramático en cuatro entregas por internet.

En un prado cubierto de flores aromáticas, Uno se reúne con Otro que espera junto a un árbol de manzanas.

I

Uno: Así que ha dejado de creer en el amor…
Otro: ¡Ja, ja, ja! El amor no es algo en el que se pueda creer o no. Ahí está en todo de todos modos.
Uno: ¿Entonces?
Otro: Me parece que es el amor quién ha dejado de creer en mí.
Uno: Pero aquí está usted, buen hombre.
Otro: Si, aquí estoy yo. Y está usted. Abandonados al amor, pero sin relación entre nosotros.
Uno: Podríamos intentarlo.
Otro: ¿Y dejar cabida a todo lo que no es el amor? No, gracias, prefiero mantener mi relación con el amor en sí.
Uno: Y cómo es eso, si dice que el amor ha dejado de creer en usted…
Otro: Pues es lo mismo, aunque deje de creer en mí, no quiere decir que no lo vea, no lo sienta…o que yo no exista. Se ha aburrido de mí el amor y eso me inspira para buscarlo.
Uno: Pero dice que está en todo de todos modos.
Otro: Justamente mi delirio.
Uno: Y no lo ve en mí…
Otro: Sí. Sí ahí está. Mientras respira, en sus alveolos y en el aire que yo también respiro. En sus ojos, cómo entra la luz a sus ojos y usted mira.
Uno: No le entiendo.
Otro: Mire que yo tampoco.

II
Uno: Entonces, podríamos buscar entenderlo juntos…
Otro: ¿Cómo?...¿Usted se ha enamorado?
Uno: ¡Por supuesto! Me ha caído como un plomo, me ha golpeado como un batazo, me ha dolido como una estocada.
Otro: ¿Y quiere que yo le pese como plomo, lo aporreé como pelota y lo lastime como una estaca?
Uno: Podría asentarme como el plomo de un albañil, impulsarme por los aires como la pelota con el bate y marcarme como la estaca marca un camino…
Otro: Una cerca. No se engañe. Todo eso suena muy bien, pero es hacer de la necesidad virtud.
Uno: Me parece que usted no ha amado, de verdad.
Otro: ¿Amar de verdad es acaso perder la voluntad? ¿Es procurarse golpes para darse cuenta que está vivo? ¿es cruzarse el pecho y desangrar por marcar una sola posibilidad? No, señor mío. Esas son cosas que hacemos con el amor como pretexto...cuando ya no está.
Uno: ¿Para qué quiere el amor si no es con alguien?
Otro: Yo no he dicho que no quiera.
Uno: ¿Por qué no intentarlo?
Otro: Porque usted quiere usar el amor para tener una relación conmigo, o con quien sea. Y al amor no se le usa. Si se le trata de amoldar, éste se retorcerá y buscará el modo de escaparse, de no tener forma. No lo puede poseer, tampoco lo puede dar, por lo mismo. Uno tiene que ser inmenso. Y yo soy muy pequeño,… aun creo…

III
Uno: Cómo yo lo veo, estamos aquí los dos y tenemos dos opciones. Podemos amarnos u odiarnos.
Otro: No creo que el amor sea contrario al odio. No creo siquiera que se excluyan.
Uno: ¿Cómo puede amar lo que odia?
Otro: Cómo puede amar lo que odia… ¡y de qué manera! Sólo cuando el amor no está, cuando se escapa y deja esas escamas en la piel y, en el páramo del pecho crecen ortigas, entonces si que no hay nada.
Uno: Así que ahora cultivará el desdén, el rencor, la tristeza—
Otro: ¿El rencor, la tristeza? Yo sólo le digo que mantendré mi relación con el amor en sí. Con el sustantivo.
Uno: Morirá.
Otro: Tengo miedo.
Uno: Ese es justo el problema.
Otro: El problema es usted que ha venido a hacer quien sabe qué o por qué.
Uno: Le propongo algo muy claro y sencillo. Amémonos.
Otro: Usted quiere un intercambio.
Uno: Amar. No amor. Eso es una idea. Usted mismo lo entiende así. Quizá sí, el amor ya se aburrió de usted. Quizás porque no ha amado. Quizás porque en el intento ha confundido, usted, algunas cosas. Se ha confundido usted con el otro, se ha vertido en él, quizás se ha encharcado, quizá profundizado, pero cuando el recipiente quiere llenarse de otra sustancia, entonces se tiene que vaciar y; si lo que hay ahí dentro de ese otro ser es usted, entonces yace su sustancia ahí ausente…el amor no es sacrificio. ¿Va a sacrificar su felicidad por no enamorarse de mí, de quien sea? Por qué, porque si, en vez, se relaciona con una idea cree que no lo puede herir
Otro: Se equivoca, amigo. Me duele. Me ha dolido desde siempre. Desde esa primera vez en la que me confundí, como dice. Parecería un parásito.
Uno: ¿Lo ve? Ámeme.
Otro: No se puede exigir.
Uno: Ámeme.
Otro: No.
Uno: Es usted un egoísta y un irresponsable.
Otro: Además quiere insultarme.
Uno: ¿Lo insulta? ¿No le parece mayor insulto negarse a amarme?
Otro: ¿Cómo le puedo amar si no le conozco?
Uno: Ya veo. Cada vez me parece que tiene más razón. Se me hace cada vez más pequeño. Pero no le tengo lástima. Le entiendo.
Otro: ¿Por qué quiere atormentarme?
Uno: ¿Usted como cree que es el amor?
Otro: Creo que ya se lo he dicho…
Uno: No, no, me ha dicho como es el amor cuando no está. ¿Ha visto usted al amor, o lo imagina...? ¿Lo conoce?
Otro: …no…
Uno: ¿Cómo sabe entonces que está frente al amor?

IV
Otro: Me dirá que estoy frente al amor.
Uno: ¿Lo está? ¿No hace un momento dijo que veía el amor en mí?
Otro: ¿Qué quiere hacer de mí?
Uno: No de usted sino con usted.
Otro: ¿Qué quiere conmigo?
Uno: Ahí va usted de nuevo. Yo no quiero hacerle nada, acaso el amor. Pero no se abandone. Qué podría querer de usted si no está usted aquí.
Otro: Seremos uno…
Uno: Uno siempre es uno.
Otro: ¿Y yo?
Uno: También.
Otro: ¿No soy otro para usted?
Uno: Y yo para usted.
Otro: ¿Para mí? No, dejémoslo ahí. Si usted me diera, yo tendría que dar de igual forma…y no tengo qué dar. Por eso he venido aquí.
Uno: Usted no sólo tendría que dar, sino recibir también.
Otro: Al recibir tendría que soltar y me extraviaría.
Uno: No si se mira en mí.
Otro: ¿Y qué vería ahí?
Uno: El amor.
Otro: ¿Y si se fuera?
Uno: Sería usted uno de cualquier manera.
Otro: ¿Ve? Quiere abandonarme.
Uno: Me iré de cualquier forma.
Otro: ¿Así que para qué amarle?
Uno: ¿Me odiaría por eso?
Otro: No, por abandonarme, no, sino por amarme. ¿Me ama ahora?
Uno: Sí.
Otro: ¿Por qué no lo amo yo?
Uno: ¡Pero no ve que yo no sería nada sin usted, y usted sin mí!
Otro: ¿No dijo que somos uno?
Uno: Siempre.
Otro: Entonces, no le entiendo.
Uno: ¿Por qué se pierde en el otro, cuando uno es uno? Sí somos dos ahora, pero nadie deja de ser uno. Si en cambio me voy, o se va, no estaremos juntos pero seremos uno cada uno. Le digo que nos amemos.
Otro: ¿Y cómo hacemos eso? Es usted cruel, y un idealista.
Uno: ¿Me dirá cómo es el amor?
Otro: El amor es un encuentro, es el divagar del ego en la conciencia del todo y disolverse en ello. Es iluminar la oscuridad con un beso, es permitir, dejarse ir…es inspirar la exhalación de las flores, y exhalar, cuando se aleja el ser amado,  el aroma de los nardos, mirtos, y rosas; es tierno ímpetu nocturno, y sereno amanecer con esperanzas en el cielo.
Uno: Lo que describe es fantasía.
Otro: Pero si entre mis brazos he tenido al ser amado, le he tendido la mano y me he alegrado. He mojado mis labios en el elixir de un corazón que se vierte, me he hecho a un lado, he extrañado, me he embriagado de su aroma, galopado la noche  y esperado el amanecer juntos como tributo al sol.
Uno: ¿Todo eso ha hecho con el amor? Ahora entiendo por que le han abandonado. Conocí al amor en persona. Tiene un aspecto desagradable, con cara de circunstancia y el rostro desfigurado. Es lento y pesado, con los ojos tan oscuros como la ignorancia y tan profundos y espeluznantes como todo el saber. Solo le quedan dos dientes: los colmillos. Su facha en general es la de un vagabundo hediondo, su piel achicharrada y con largos cabellos plateados que nacen por detrás de sus orejas, una carcomida y entumida y la otra puntiaguda y asimétrica.
Los párpados son como las nalgas de un anciano y ¡ah, su nariz! Su nariz, se abulta en granos y verrugas que supuran un néctar amarillento y rancio. Las encías le sangran y los labios son tan duros como las costras que lo conforman. Parecía como si por debajo de su hombro le fuera a salir otra cabeza…de hecho se movía su joroba como si algo quisiera salir huyendo por dentro de él. Los pies embrutecidos;  de los dedos pegados, nacía una sola uña mortífera como un cáncer exorbitante. Uno de sus brazos es largo pero demasiado pesado y fuerte como para poderlo levantar, y el otro es corto y espiritiflautico, la pata de una mosca, no le alcanza siquiera para limpiarse la nariz.  Es torpe, sordo y mudo. Con un miembro descomunal, flácido y con un cayo por glande.
Otro: Y dice que lo mío es fantasía.
Uno: Le conocí, de verdad.
Otro: ¿Cómo pudo amar a semejante adefesio?
Uno: Yo veía en él todo lo que dice usted.
Otro: Y en el momento que con su garra le lastimó, entonces vio usted como era en verdad y huyó, como lo que fuera que quería escapar de esa joroba que dice.
Uno: No fue así, yo siempre supe como era. Con cada metáfora que hacía yo, con cada recuerdo, con cada idea que cada uno tiene de él, él se va deformando.
Otro: Me está tomando el pelo.
Uno: Usted no conoce el amor. Él nunca pudo haberlo abandonado.
Otro: Lo ha hecho tantas veces.
Uno: Claro que le estoy tomando el pelo. ¿En verdad cree que sea así el amor?
Otro: Lo ha descrito tan nítidamente…
Uno: ¡Pero es para que se de cuenta de que no es una cosa lo que quiere usted, y justamente como no es una cosa es que no se puede tener como se tiene una manzana en la boca, el aroma de las flores en las narices o un seno virgen en la mano! El amor no es, se hace.
Otro: ¿Qué hacer?
Uno: Amémonos.
Otro: ¿Ahora?
Uno: En este instante.
Otro: ¿Le beso?
Uno: Si usted quiere…
Otro: ¿Me besa usted a mí?
Uno: Por supuesto.
Otro: Nunca me habían besado así.
Uno: Míreme.
Otro: Sí
Uno: ¿Ve lo que antes vio en mí?
Otro: Amor…
Uno: ¿Es usted feliz?
Otro: Béseme de nuevo.
Uno: Sí.
Otro: …Soy feliz.
Uno: Bien, me voy. Te amo.
(Uno sale por un lado. Otro queda solo en el escenario y exhala el aroma de mirtos, narcisos y rosas mientras ve como se aleja Uno. Entonces entra por el fondo El Amor. Se detiene frente a Otro. Se miran. Los dos lloran.)
Oscuro.

FIN.


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