viernes, 8 de noviembre de 2024

Poema Retórico

Así se hace uso de las figuras retóricas

Así se escribe una frase buscando

Así se lanza uno al mundo mundano, metafórico

de cosas indescifrables, de nadas codificadas.


Se crepita el craso crepúsculo 

que se ase a la noche, 

que se hace a la noche, 

que se asea la noche

Son risas que se alegran

Sonrisas que se alargan

como un begantín hurgando el sol.


Se erigen castillos con alfeñique bruñido

cadalsos desnudos de flores perfumadas

esencias barrocas con señas sombrías

alhajas nutridas de piedras pulido.


¡Te pido a tí, oh Febo Apolo

y a ti Nezahualcóyotl

consciencia, inspiración y asombro!


Es el agua líquida, aguada, húmeda y fluida,

inunda la blanca página

o se vierte de la boca al aire

como la vela elocuente que dirige el discurso

en la mar errante.


¡Oh, floritura grandilocuente,

modesto guiño divino!

Alquimia que transforma la forma formulada 

Siempre empieza de una brizna

que se enreda en hierba,

crece en arbusto 

y en árbol madura y fenece.  


Orden tener deben las palabras

su sentido ambiguo, dirección

sinsentido coherente henchido 

de contradicción

mientras más fea, mejor.

Deben ser tan parcas las palabras

que se desmoronen antes de cortar el hilo

Las fulandanabas se taiman o se someten,

son las catidanias que enloquecen.


Las monedas de la voz se ahorran

se intercambian, se pierden, se acuñan.

Abren puertas y esconden ausencias

valen por lo que hacen sin ser ellas nada

pero al amontonarse de cierta manera

valen por su belleza y su potencia encarnada

por su sutil ingenio y su pasmosa loquera.




El tic-toc inmóvil retumba en el silencio 

Cada gesto de la mente se disfraza 

de rimas y retruécanos enemigos de la certeza y

paladines de la precisa ambigüedad.

Lenguaje de la pasión, camuflaje de la razón.

Son las alas que elevan la frase,

los encajes tibios de seda fresca

que adornan las prendas que viste el poema.


¡Desnúdalo! ¡Desnúdalo!

Abarca su cuerpo, 

surca su piel, 

colma su alma

con vino y con miel.


 Toma la mano por el brazo

y el brillo por la espada;

la espada por la figura,

y el brazo por la acción,

la acción por la vida

y la vida por aflicción. 

Blande el hierro, apresta la afrenta

rompe las filas de la congruencia. 


Huele la textura fría de la lógica

a suaves notas de fragancias duras

que acarician tu mirada altiva

la que sabe a fulgurante plata

como una luna anclada

desvía el curso yerto 

a un cause incierto.


Así se hace uso de las figuras retóricas

tendiendo linderos borrosos

para provocar al otro enclaves de asombro.






















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