No me hables del espíritu
sino de la extensión efímera
que emana de la cosa
cuando me encuentro con ella.
No me hables del alma
sino del contenido vago
que se sostiene inédito
en los vestigios del cuerpo.
No me hables de pensamiento
sino de la emoción inhóspita
que conmueve la memoria
cuando el mundo se despabila.
Háblame de la ráfaga
del destello
de la centella instantánea
Háblame del presente que se impregna
en el pasado
Del instante irrelevante que provoca
un maremoto
Háblame mejor del amor
proverbial monstruo que se yergue
sobre el espíritu, el alma y la mente
de ese amor que ríe, juega y sorprende
con la efusiva luz que aclara y calienta.
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