¡Cállate!
¿Tú
sabes lo que pasa
en ese pequeño infierno
entre las cejas
entre juntas
apartados
entre ideas
distantes?
¡Cállate!
que lo que dices
deja en jirones
el jaleo.
Cállate, que no sabes…
¡Cállate, que no sufres el sufrimiento
tan callado
sigiloso sutil y seductor
que tus palabras agrietan
en una
indefendible alma de una abuela abúlica o
un desquiciado,
la mente más lúcida.
Cállate
que tu categórica ignorancia
somete al silencio
y la tolerancia fermentada
podrida
sin remedio ni restricción…
…cállate, no digas más
dilo todo
pero sotto voce.
¡Qué sabes lo que pasa
en ese pequeño infierno
entre bocados
entre piernas
entre nos
entre tanto
y tanto que entre nosotros entretiene
tanto como los brocados
del infiero
en sus pliegues
como el chisme es un doblez
del guiño, el estandarte y
su revés!
Me timan, me toman el pelo
me engañan,
liebre por gato
me ven la cara:
mentiras
ultranzas
y malas hazañas.
Cállete, mejor, que en
la húmeda espera,
sólo los labios apretados
prosperan.
Calla, sé diligente,
alivia la carga que en
tus pulmones conglomera,
Cala lo más hondo en
la furia, cala lo más hueco
en el olvido,
la desidia
Calla
circunscrito a la envidia vana
hermana mayor de la necesidad
consorte del hambre
puta del cariño,
es la pausa
el respiro
un perdón que es útil
para el cadáver que abre zanjas
o un recuerdo clausuran alabanza
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