Que se erija un monumento
al hubiera
—¡Al hubiera!
—¡sí!
Que hubiera uno.
¡El hubiera no existe!
Dijeron
porque estaban sometidos
al presente.
Que si hubieran dicho:
—Pero ¡sí, mi hijita, sí, existe…—
habrían sabido que en efecto
El hubiera existe.
Y es del Determinismo su ley
que si se configura todo esto,
aquesto sucede, precede y cede como
la seda de mi corazón
Y el tuyo
que es aquese que blande
blanda su voluntad
y no en balde
blinda el bolo de la verdad
Ésta se corroe gregaria
como la falange o la gangrena,
como las flemas
o las anatemas
que no se tragan,
como la doxa
o la pitaya.
Hubiera empezado por el culo
enfurecido, rabioso, iracundo,
pero empecé por el primor de un guiño
revolucionario, romántico
empedernido
Hago ahora una oda a la blasfemia
al no-es-cierto
al qué-idiota
hoy hago una oda
a la maldita tradición del optimismo
“si hubiera…”
Sí.
Si hubiera, habría sido, pero resulta que
es como fue
porque ha sido.
Y sucede así
porque si de otro modo hubiera sido
otro presente habría
de haberse acontecido
Y si so es
de do he sido,
acobardado para flagrar
su encono asiduo,
que venga el sino.
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