A los padres
Que se caigan
que se raspen
que tengan miedo
que un bicho los
pique
y les ladre un
perro,
pero deja también
que le lama la cara
que una mariposa se
pose
en su incipiente
dedo
que apunten con él
el miedo,
no lo escondas de la
vida
dura ruda muda
hilarante
cruel viciosa
armoniosa
redundante
No les confecciones
un acolchonado
paraíso de
indolencia
si nunca ha sufrido,
cómo podrá tener empatía...
No hay cielo, ni
vida eterna
Has venido aquí por
la irresistible
persistencia
genética
y los niños están
aquí
no por milagro
azaroso de la evolución inteligente
sino por la estúpida
insistencia de una herencia
por el afán demente
de la permanencia
Como a ti te han
regalado
todo el volumen de
la vida
a ellos les derivas
la sacrosanta
responsabilidad de vivirla.
Hazles saber que
esto es una aduana
una gran fila al
mismo vacío
un andén atascado
y en la estación
hay un estupendo comedor
dónde alguna vez
también fuimos alimento
y un tétrico museo
donde se constata la
berrinchuda
y torpe historia de
los hombres
dañando a otros
hombres.
Hazles saber que
esto es un parque de
diversiones
un juego en el que
todos somos perdedores
una playa exuberante
donde hay fogatas y
se danza, se baila, se juega y se hace el amor
Y sí, admítelo, es
de esa ilusión, de ese éxtasis
que provoca el hogar
que se perpetúa la
arrogancia humana
Hazles saber que
en realidad, nunca
dejarán de ser niños.
30 de abril, día del niño.
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