Personajes:
Uno
Otro
En un lugar determinado
por los actores cada vez que lo repitan. Uno intenta sacar algo de algo más.
(Entiéndase como se entienda y juéguese con todas las posibilidades quizás hasta llegar al transe en esta banda de
Moebius )
…
Uno: Necesito ayuda.
Otro: ¿Con qué?
Uno: No puedo sacar esto de aquí.
Otro: A ver. Quizá yo pueda ayudar.
Uno: ¿Qué hará?
Otro: No lo sé.
Uno: ¿Necesita ayuda?
Otro: Me parece que sí.
Uno: ¿Cuál es el problema?
Otro: Como podrá ver, no entiendo a qué
se refiere usted con sacar ‘esto’ de ‘aquí’.
Uno: ¿Qué, no lo ve?
Otro: Me temo que no.
Uno: Necesita ayuda.
Otro: Los dos.
Uno: En efecto, ¿cómo le explico lo que
yo mismo no entiendo? No me puede ayudar.
Otro: Y veo que usted a mí tampoco.
Uno: Tanto lo siento.
Otro: Seguiré mi camino.
Uno: Yo también.
Otro: No puede.
Uno: ¿cómo? Claro que puedo.
Otro: Disculpe, pensé que quería andar mi
camino.
Uno: Así es.
Otro: ¿Qué?
Uno: Seguiré su camino.
Otro: Pero es mío.
Uno: ¿Puede un camino pertenecerle a alguien?
Otro: Por supuesto. ¿Qué clase de
pregunta es esa? Y cuánto más si se trata de un camino en el sentido
metafórico.
Uno: Cualquier camino es una metáfora.
Otro: Usted es un listo.
Uno: Gracias.
Otro: Quiero decir pillo.
Uno: Primero me halaga y luego me
calumnia.
Otro: Con permiso.
Uno: Creí que seguiría su camino.
Otro: Me encamino a ello.
Uno: ¿Y cómo sabe que alguien no ha
andado ese camino ya? Alguien quizá lo recorre ahora mismo y le lleva ventaja,
y otros miles pueden estar detrás de usted.
Otro: Le ofrecí mi ayuda, y ahora me
tortura.
Uno: Le pregunto, solamente. Nuestros
caminos se han cruzado.
Otro: Bien, le contestaré, lo mejor que
pueda, pero usted debe prometerme que me responderá también.
Uno: Trato hecho… ¿estrechamos las manos?
Otro: Es lo tradicional.
Uno: Bien. Aquí está mi mano.
Otro: Aquí la mía. Entonces…
Uno: Ah sí. ¿Qué le iba a preguntar?
Otro: Cómo sabía yo que alguien más no
habría ya caminado o camina mi camino.
Uno: ¿Y por qué habría yo de preguntar
semejante estupidez?
Otro: Bueno, en realidad no es tan
estúpida la pregunta.
Uno: ¿La iba a responder?
Otro: Me puso a pensar.
Uno: En qué
Otro: En que no tengo por qué seguir un
camino como tal y mucho menos tengo por qué o para que proclamarlo mío.
Uno: Los reyes, comerciantes, mercenarios,
ellos controlaron, o controlan los caminos.
Otro: ¡Pero usted mismo lo dijo!
Uno: Claro, lo acabo de decir.
Otro: No.
Uno: Por supuesto y lo puedo repetir,
mire: Los reyes…
Otro: Lo contrario.
Uno: ¿Los plebeyos? No, ellos para nada
controla—
Otro: Dijo lo contrario, momentos antes.
¿Perdió la memoria?
Uno: No se pierde, se olvida.
Otro: Me refiero a que si se ha vuelto
loco.
Uno: No; podría haberlo estado ya; si uno
se vuelve loco, estándolo, entonces uno se volvería normal. Así, que…
Otro: ¿Quizás yo?
Uno: Yo lo veo muy normal.
Otro: Entonces, es cierto.
Uno: ¿Cómo?
Otro: Pues que si un loco me ve normal…
Loco sería normal, y normal loco…
Uno: ¿Cómo saber, no es cierto?
Otro: ¿Lo ve?
Uno: ¡¿Qué?!
Otro: Me quiere torturar. ¿Me quiere
volver loco?
Uno: Creo que ha perdido el camino. Lo
siento. Yo lo iba a seguir. Pero ahora creo que prefiero marcharme y seguir mi propio camino.
Otro: Pero…
Uno: Lo siento ha perdido certeza.
Otro: ¡Pero no me va a dejar aquí!
Uno: Márchese también, no tiene por qué
quedarse.
Otro: ¿No tenía usted un problema? No
quería usted sacar esto de aquí.
Uno: Ya no lo veo.
Otro: Yo sí.
Uno. Entonces, ¿qué espera? Dijo que
podría ayudarme.
Otro: Necesito ayuda.
Uno: ¿Con qué?
Otro: No puedo sacar esto de aquí
Uno: A ver. Quizá yo pueda ayudar.
Otro: ¿Qué hará?
Uno: No lo sé.
Otro: ¿Necesita ayuda?
Uno: Me parece que sí…
Otro: ¿Cuál es el problema?
Uno: Como podrá ver, no entiendo a qué se
refiere usted con sacar ‘esto’ de ‘aquí’.
Otro: ¿Qué, no lo ve?
Uno: Me temo que no.
Otro: Necesita ayuda.
Uno: Los dos.
[ad infinitum…]
México
DF. 10 noviembre 2014.
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